Un rico empresario regresa a su oficina en la tarde después de un almuerzo de negocios. En medio de un gran aguacero, ve a una bella mujer en la parada de autobuses, por lo que detiene su
Mercedes-Benz, y pregunta a la dama: -"¿La llevo?"
-"Ah, bueno, gracias, muy amable de su parte..."- responde ella,
entrando al carro.
Al llegar al edificio donde ella vive, esta lo invita a entrar: - "¿No
quiere Ud. tomarse un cafecito?"
El, muy caballeroso, contesta: -"No, gracias, debo regresar a mi oficina."
Ella, agradecida, insiste: -"¡Pero, ha sido usted tan gentil, suba siquiera un ratito!"
El acompaña a la dama hasta su apartamento. Cuando entran, ella lo invita a sentarse en el sofá mientras dice va a colar café. Va a su cuarto, del que retorna arreglada y perfumada, dejando entrever un cuerpo bellísimo bajo una sugestiva bata.
Toman café, oyen música, charlan, ríen, entran en confianza, y tal y como debía ocurrir, se van a la cama, hacen el amor apasionadamente, y luego duermen.
A las seis de la siguiente mañana, él despierta preocupadísimo, y exclama: "¡Coño, me he quedado dormido y no he llegado a casa ni he avisado!... Mi mujer debe estar al borde de la locura."
Piensa, toma el teléfono, marca el número de su casa, y tan pronto le responde su mujer, le grita:
-"¡MARIA, NO PAGUES EL RESCATE, HE LOGRADO ESCAPARME, COÑO!"
-"Ah, bueno, gracias, muy amable de su parte..."- responde ella,
entrando al carro.
Al llegar al edificio donde ella vive, esta lo invita a entrar: - "¿No
quiere Ud. tomarse un cafecito?"
El, muy caballeroso, contesta: -"No, gracias, debo regresar a mi oficina."
Ella, agradecida, insiste: -"¡Pero, ha sido usted tan gentil, suba siquiera un ratito!"
El acompaña a la dama hasta su apartamento. Cuando entran, ella lo invita a sentarse en el sofá mientras dice va a colar café. Va a su cuarto, del que retorna arreglada y perfumada, dejando entrever un cuerpo bellísimo bajo una sugestiva bata.
Toman café, oyen música, charlan, ríen, entran en confianza, y tal y como debía ocurrir, se van a la cama, hacen el amor apasionadamente, y luego duermen.
A las seis de la siguiente mañana, él despierta preocupadísimo, y exclama: "¡Coño, me he quedado dormido y no he llegado a casa ni he avisado!... Mi mujer debe estar al borde de la locura."
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